Fai uns anos que o galego Agustín Fernández Paz escribiu un precioso manifesto polas bibliotecas escolares. Hoxe queremos lembralo dunha forma moi especial:
Donde hay una biblioteca hay luz
ABRE LAS PUERTAS
y entra. Entra en el espacio que aguarda por ti, en este ámbito donde cada palabra es un don que
recibimos como regalo. Recorre todos los rincones de esta casa de la libertad,
respira este aire que no sabe de fronteras, déjate llevar por la corriente de
aromas que anuncia los tesoros de la biblioteca.
Estamos en un lugar especial, sería imposible
confundirlo. Desde el cielo debe verse como un punto de luz brillando con la
intensidad mayor, como un aleph que contiene la memoria y los sueños de la
humanidad. Una luz que ilumina como un faro entre las tinieblas, con el rítmico latido de
un corazón inmenso que expande ondas de
libertad y de esperanza por el territorio que la circunda.
Quizás podríamos seguir viviendo si nos faltara
este aire que nos hace vibrar todas las células de nuestro cuerpo, quizás las
personas continuaríamos con nuestra existencia rutinaria si no existiese la
biblioteca, pero algún lugar decisivo quedaría vacío en nuestro corazón.
Nos faltaría la energía que nos hace desear una
vida mejor, una ciudadanía más libre, una sociedad más justa. Nos dolería no
escuchar la voz de las personas de las que sufrieron la historia y de las que
sufren ahora mismo; sería insoportable oír sólo las palabras de los que
pretender dirigir y controlar nuestras vidas.
Para que esto no suceda, abre las puertas y entra.
Ábrelas siempre, todas las puertas, pues cada vez que lo haces te incorporarás
al río subterráneo que alimenta a la biblioteca, al torrente de libertad que la
hace vivir y le da ánimos renovados.
Como las campesinas que se afanan en la recogida
de espigas entre los surcos después de la siega, también los escritores recogen
las palabras una a una y elaboran con ellas el pan humilde de sus textos. De
este modo hacen que lleguen hasta nosotros, siempre nuevas y siempre
sorprendentes, pues los libros poseen la insólita capacidad de revivir y
reinventarse en cada nueva lectura.
Todas las personas necesitamos las historias, los
sueños, las palabras, tal vez sea una característica inscrita en el ADN de la
humanidad. Las necesitamos como el comer, como el beber agua, claro que sí.
Para entender el mundo y para entendernos a nosotros mismos, para soñar otros
destinos, para celebrar los dones que la vida nos da. Sabemos que no podemos
vivir sin el aliento de la imaginación y la creatividad, sin las palabras que
expresan la variedad y la belleza de nuestros deseos y de nuestros
sentimientos.
Por todo eso, abrazamos los libros. Ellos
contienen los sueños, las pasiones, los miedos, los amores, las risas. En sus
páginas habita la inmensa variedad de sentimientos y experiencias de la
humanidad, de las personas que viven ahora en cualquier lugar del mundo y de
las que desaparecieron hace muchos años. Los libros: ríos de palabras que se
nos ofrecen con generosidad para ayudarnos a entender el oficio de vivir, para
cambiarnos la vida e implicarnos en la transformación del mundo.
DONDE HAY UNA BIBLIOTECA HAY UNA LUZ que atraviesa todos los muros, una luz que se
hace más intensa cuando crecen las personas que la incorporan a sus vidas. Las
mismas personas que, más tarde, al caminar por las calles y plazas, llevarán
con el reflejo esa luz, la semilla de ese mundo nuevo que algún día haremos
crecer. Un mundo más solidario, más plural, más culto, más justo. Un mundo
donde no se escuche la voz adormecedora de los poderosos, sino las palabras
múltiples y diversas de todas las personas que habitamos esta casa común que es
nuestro planeta.
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