Tan misteriosamente como se abre, se cierra. Pero no es la primera vez, lo hace continuamente.
A su hija no le gusta, no le gusta nada que la tapa de un piano se abra y cierre sola, cuando quiere y le aptece.
Le da exactamente igual que estés con las manos en las teclas y te las trille, o que estés durmiendo y con el alboroto te despierte.
Ahora se niega a tocar, pero su madre le riñe, le ha comprado a su hija un precioso piano de cola como quería.
¡Vale! se lo compró al padre de la pequeña difunta. Pero es que comprar un piano sin antecedentes ¡es carísimo!
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