Ella tenía una pequeña tienda en el pueblo. Vendía muchas cosas: jabón, aceites, botones... Todo hecho a mano. Los precios eran altos, pero la gente siempre decía que la buena artesanía se pagaba cara. ¡Y tanto!
Primero los capturaba cuando salían del colegio y los encerraba en su sótano, del cual nadie conocía la existencia. Les decía que iban a jugar al escondite. Una vez en el sótano, los mataba y aprovechaba cada parte de sus cuerpos.
Ese era el secreto de sus productos. ¡Pobres, siempre caían en su trampa!
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